Verbier, Suiza – Vino, queso y pastillas de freno – MTB. Un viaje nunca debería comenzar con una pregunta… debería hacerlo con un montón de ellas. Cuando pensé en viajar a Verbier, Suiza, nunca imaginé que lo haría en otoño, cuando el clima se vuelve incierto y las montañas se empiezan a teñir de blanco, el esquí no es realmente mi punto más fuerte. Imagino que es el mejor momento para explorar algunos de los mejores singletracks que se encuentran en el centro de Europa y me doy cuenta que nunca es un mal día para venir a Verbier. Texto: Antonio Abreu // Adaptación: David Galvez // Fotos: MADproductions
La aventura
Como un ciclista de montaña siempre estoy buscando la próxima gran aventura. Hace diez años que hice mi primer viaje en bicicleta de montaña, cuando tenía catorce años, fue a Portes du Soleil y desde entonces mi hambre por nuevos senderos, países y culturas, ha ido creciendo. Defino esta pasión como una fascinación personal por romper fronteras y añadir otro país a mi lista de destino; la bicicleta es mi manera de vivir.
Cuando llegue al aeropuerto de Ginebra con mi amigo Rui estaba emocionado por no cruzar la frontera a Francia una vez más y quedarme por primera vez en Suiza. Compartiríamos alojamiento en un chalet con otros huéspedes, todos del Reino Unido, lo que se traduce directamente en buenos momentos por los senderos y pubs. ¿Es tu primera vez aquí? – Le pregunto a uno de los británicos; Me sonríe: «En realidad, es mi octava vez», dice Steve. «¿Qué demonios te hace volver a Verbier durante ocho años seguidos?». – Sonríe de nuevo – «volveremos a hablar al final de la semana» -, dice.
«Zapatos fuera chicos, calcetines y los pies descalzos en el interior del chalet por favor», dice Lucy, propietaria de Bike Verbier, dándonos la bienvenida con tres besos, al estilo francés como ella dice. Hace dieciséis años Lucy visitó la región de Verbier durante el transcurso de unas vacaciones de invierno y terminó enamorándose de Phil, su novio y socio de negocios. Pronto entendemos que se complementan muy bien entre sí. Lucy es la verdadera organizadora pero Phil… bueno, «es como trabajar con un niño travieso en la escuela», dice James, uno de los guías.
Todos los caminos conducen al jardín delantero donde las montañas emergen de forma masiva enfrente del chalet. Me siento pequeño en medio de estas montañas, pero siento la libertad, eso es lo que me importa. Una bandeja con un pastel recién horneado está encima de la enorme mesa de la cocina- «¿es toda para nosotros Lucy? Tenemos que pedalear mañana», Ella sonríe y corta una gran rebanada esponjosa de torta de arándanos altamente calórica para Rui y para mí, añadiendo a eso una gran taza de café caliente. ¡Nunca he tenido una bienvenida así!
Pastillas de freno
Las mañanas frías de otoño se mezclan a la perfección con los gigantescos y misteriosos picos que nos rodean. Tan pronto como los primeros rayos de sol me golpean directamente el pecho, la cara y las piernas, me empiezo a sentir vivo, una vez más, agradecido por el comienzo de otra semana de riding. 15 minutos de calentamiento y a pedalear hasta Etiez, el primer remonte, Le Châble, nos lleva desde los 800 metros a los 1500 metros, al centro de Verbier. De Verbier seguimos subiendo hasta Croix-des-Ruinettes, a 2200 metros de altura, es el lugar apropiado para que comience la acción. Pronto nos damos cuenta de que hay muchas opciones para todos los gustos y los diferentes estilos de conducción. Durante la temporada de verano se puede coger otro remonte, pero en otoño la única opción es hasta los 2200 metros de altura. El Bike Park de Verbier ofrece un sistema de ramificaciones en el que podemos escoger entre algunas pistas complicadas de descenso o comenzar una aventura por los singletracks que recorren las montañas.
Tras un par de pistas de descenso, Phil nos lleva a una de sus “famosas” rutas llamada Vértigo, 1400 metros de descenso desde la parte superior de Croix-des-Ruinettes y volver a Le Châble, con cantidad de pronunciadas curvas y secciones rocosas muy técnicas. Yo intento trazar la siguiente curva, mientras tanto Phil aparece a mi lado y nos pregunta: ¿Habéis traído juegos de pastilla de repuesto para este viaje? Contesto – «Sí, sólo un juego como solemos hacer» – «Yo no creo que sea suficiente…» -, dice. Phil nos recuerda que durante esta temporada que usó unos cuarenta juegos de pastillas de freno en total. «¡Os comente muchachos que eran muy empinadas!» – Dice Phil riéndose de nosotros.
Vértigo nos mantiene motivados en cada nueva curva, emocionados, curiosos y nunca aburridos. Nos mantiene despiertos y conscientes de los peligros, pero también nos mantiene animados mientras cruzamos otro obstáculo desalentador, engañando a la mente para mantener los ojos en el camino, los dedos en los frenos y los pies en los pedales; bueno, ese es el plan. Cuando llegamos a la parte inferior de Le Châble, el olor de las desgastadas pastillas de freno se mezclaba con la esencia del festival local de queso y vino. «Cuando estás en Suiza siempre encuentras buenas razones para hacerte con un poco de vino y queso mientras ves como pastan las vacas» – dice Phil.
El Cantón de Valais es famoso por sus pistas de esquí, pero ver pastar a las vacas es la siguiente atracción para los suizos. A diferencia de los toros, las vacas hacen su trabajo de una manera majestuosa. Todo esto tiene mucho sentido si se agrega un poco de vino, la música, el buen tiempo y el queso… y más vino.
Los próximos días son una montaña rusa de emociones, sobre todo cuando salimos de nuestra zona de confort cerca del Bike Park de Verbier. Mas tarde experimentamos otra aventura cerca de la presa de Emosson, a 1970 metros de altura. «Este camino es como una esposa de 50 años, te molesta todo el tiempo», dice nuestro guía, James. «¡Bueno, eso será un reto, entonces!» responder Rui, que ni siquiera está casado y no se puede imaginar lo que eso significa. Montar por ahí debe ser el equilibrio perfecto entre un poco de dolor y un poco de diversión. Encontrar ese equilibrio debe ser un reto constante para ti mismo.
El propósito de la presa Emosson es la generación de energía, el envío de agua a través de un túnel de conducción a una estación de energía en Martigny a 470 metros de altitud. El desnivel entre la presa y la central es de aproximadamente 1.400 metros, que es la misma distancia vertical que tiene nuestra aventura de hoy.
Los Singletracks de Suiza nos demuestran una vez más por qué tienes que estar física y mentalmente preparado para afrontarlos. «¿Eres lo suficientemente salvaje? ¿Tienes lo que se necesita para montar toda esta sección sin parar? ¿Tienes el poder y el equilibrio para llegar a la parte superior de eso?» – Son los pensamientos que cruzan mi mente tras cada nueva roca. La primera parte del recorrido es principalmente una sucesión de grandes rocas, como si se tratara de un laberinto pero siempre con la velocidad suficiente para llegar a la siguiente sección. «¡El cambio de piñones, pedales, sentarse y relajarse, más pedal, freno!»
La segunda parte del recorrido es el flow puro, secciones de buena tierra en su mayoría, rodeado de inmensos pinos y robles. Llegar al final es un desafío, un viaje épico, un camino en la vida que tienes que experimentar y sobrevivir para contarlo.
Col du Mille
Después de andar casi todo el tiempo por Verbier mi mente no podía olvidar las altas montañas de la otra cara, llenas de nieve fresca y arbustos rojos. No hay bikeparks, uno o dos cortafuegos y un par de casitas, todo lo contrario de lo que ocurre en Verbier. «¿Queréis ir a ese lado?» – Me pregunto Phil durante nuestro primer día, mientras llegábamos a la cima del Bike Park de Verbier. «¡Por supuesto! Se llama Col du Mille y es una cima bastante épica… ¡si sientes que tienes ganas de aventura!» – Dice Phil señalando y explicando todas las partes de la pista. Él conoce claramente el área, como un perro conoce a su dueño, pero con honestidad, no puede distinguir el singletrack a esa distancia. Yo confío positivamente cuando dice que es mejor ir allí y vivir la experiencia.
Realmente no podía dormir bien la noche antes de subir Col du Mille. Una gran baguette, una tableta de chocolate, dos plátanos y dos litros de agua… y una rebanada «pequeña» de tarta de arándanos del día anterior no deja mucho espacio en mi mochila. Por supuesto también tengo que meter todo mi equipo fotográfico. «La civilización termina aquí, la aventura comienza ahora muchachos» – dice Phil, pone un poco de ritmo por el cortafuegos, claramente emocionado por montar en este camino una vez más. La subida es en su mayoría por carretera, zigzagueando entre viejos graneros, sin nadie a la vista. La subida comienza alrededor de los 1600 metros de altura y se va hasta 2500 metros, en una mezcla perfecta de pedaleo y pateo. El esfuerzo te deja sin aliento en cada nuevo paso, haciendo que tu cuerpo luche deseando partículas de O2 y H2O.
Al llegar a los 2.000 metros de altitud cogemos una intersección, una transición entre el cortafuegos y un maravilloso singletack sobre Etiez. Completamente lleno de plantas de arándanos, derecha, izquierda, derecha, izquierda, izquierda. Nunca hay una curva de 90 grados donde haya que reducir la velocidad. Por supuesto, todo esto hace que la respiración sea aún más densa y que el corazón lata fuera de la zona de confort.
Siento la necesidad de montar este camino sin detenerme, pero también siento la necesidad de reducir la velocidad, y mirar a los alrededores… observo los próximos 500 metros de camino hacia la cima del Col du Mille. «¿Es ahí donde vamos Phil?» – Pregunto. «Sí, y te prometo un delicioso café cuando lleguemos a la parte superior» – responde. Llevo el bolsillo lleno de arándanos y hago lo imposible para encontrar el momento de echarme un puñado a la boca. Como todo el mundo sabe, los arándanos ayudan a reducir el daño muscular después de ejercicios extenuantes y dicen que son buenos para la memoria, dos cosas que seguro que necesito para el día siguiente y en años venideros.
En este singletrack tuvimos un momento épico, nos encontramos con un par de caballos al trote. Se detienen a nuestro lado en el borde del singletrack, huelen nuestras ropas, mochilas y bicicletas. Después de dos minutos de caricias proceden a continuar su camino, corriendo libremente por el mismo singletrack, sin mirar atrás, hasta que perdimos su pista en las enormes montañas.
Cuando llegamos a la cima del Col du Mille hacía mucho viento y mucho frío, empiezo a pedalear más rápido y más rápido para obtener el merecido café que Phil me prometió, para luego darnos cuenta de que la cabaña había cerrado el día anterior para realizar el mantenimiento de la temporada de invierno, una semana antes lo previsto. Me puse en el suelo en posición fetal, rompiendo un puñado de frutos que aún estaban en mi bolsillo. ¡Maldita sea! El viento corta mi piel y mis labios. «No puedo sentir mis manos… pero me encanta», canta Rui en un tono bajo y tembloroso, lo que hace que sea muy divertido. Calentar nuestras manos se convirtió en una nueva misión antes de caer 1.800 metros de descenso hasta Liddes.
Cuando vas a una escapada de fin de semana normal, la libertad no es más que una ilusión. Tienes la mente ocupada en las obligaciones de la vuelta; llevar a los niños a clase, asistir a una aburrida reunión… A partir de ahí, toda la aventura ya está comprometida por el día a día, la programación y la planificación de las tareas. La libertad es realmente una ilusión.
Cuando me puse en camino pedaleando detrás de Phil y Rui entendí lo que realmente libera mi mente. Realmente no sé a dónde voy, cuánto rato cuesta arriba o cuánto cuesta abajo, si realmente aguantarán mis piernas…No me importa. Llevo mi cabeza bien alta, respiro una vez más el aire a 2500 metros de altura y continúo por el único camino de regreso. Pura naturaleza, enormes crestas y magníficos paisajes hacen que montar en bicicleta valga la pena incluso cuesta arriba.
Mis manos ya no están frías, pero tengo un montón de problemas para poder controlar el manillar. Mis piernas están cansadas. Mis ojos lloran por exceso de velocidad (no quiero ser demasiado emocional); pero mi corazón se llena de alegría, una vez más. Esta forma de ‘todo bajo control’ simplemente aumenta mi pasión y deseo de aventura, porque al final, sólo estoy en busca de libertad en estas montañas colosales. Ahora entiendo por qué Steve regresa cada año a montar en Verbier.
Steve regresa cada año a montar en Verbier, pero todavía no estoy 100% seguro. ¿Es por la aventura? ¿Amistad? ¿Singletracks? ¿Comida? ¿Libertad? Sólo tienes que buscar la respuesta correcta y ¡adelante!
Últimas entradas:
- Beneficios del Mountain Bike con la herramienta Leatherman Signal
- Cómo construir un rodillo casero y barato
- ¿Cómo pasar una mini rampa con tu bicicleta?
- Descubre la Nueva Experiencia de Compra Directa de Niner Bikes en Europa
- ¿CLIPS o FLATS?