Mecánica: ¿Cómo lavar la bicicleta?. Si lavar la bicicleta nunca te ha parecido algo importante, te invitamos a que te lo pienses mejor. Después de ver y escuchar lo que nos cuenta al respecto Yanick-the-Mechanic, seguro que descubrirás varios detalles que te harán replantearte la manera de mantener tu bici favorita en un estado impecable. Te invitamos a que descubras qué procedimiento sigue el mecánico jefe de SCOTT-Sram para lavar la SCOTT Spark RC 900 del campeón olímpico Nino Schurter. Cómo lavar tu bici por Yanick-the-Mechanic.
PASO 1 – PREPARA EL LUGAR DONDE VAS A LAVAR LA BICI
Lo primero es encontrar un sitio adecuado para lavar la bicicleta. Intenta encontrar un sitio que tenga buenos desagües. Conviene contar con un caballete estable para que la bicicleta no esté apoyada en el suelo. De esta manera, la suciedad del suelo no salpica a la bicicleta. Lo ideal es un lugar que esté protegido del viento y la lluvia. Comprueba que haya suficiente luz y que tengas amplio espacio para trabajar. Si crees que necesitas una manguera a presión, te equivocas, ya que podrías quitar grasa de los rodamientos y la suspensión podría sufrir daños: ¡ni se te ocurra!
PASO 2 – PREPARA EL EQUIPO
Monta el caballete de la bicicleta. Lo ideal es un caballete que gire 360 grados para que puedas trabajar de pie mientras haces girar la bicicleta. Necesitarás un cubo: mejor que sea de un color vivo para que veas enseguida si hay aceite o residuos. A continuación, busca dos cepillos, uno suave y otro más firme, así como una manguera conectada a un grifo de agua fría y productos de limpieza. Cualquier detergente de vajillas barato hará el apaño. Evita productos para coches, porque pueden ser demasiado fuertes y además contienen aceites que pueden contaminar las zapatas de los discos. Mecánica: ¿Cómo lavar la bicicleta?
Mecánica: ¿Cómo lavar la bicicleta?
PASO 3 – ENJUAGA Y APLICA ESPUMA
Monta la bici en el caballete y enjuágala primero con agua fría, desde arriba hacia abajo para que la suciedad caiga hacia abajo. Seguidamente, llena el cubo de agua templada. Comprueba que el cepillo suave no tiene gravilla ni suciedad para no arañar el cuadro. Aplica detergente líquido directamente sobre el cepillo, con el agua templada. Aplica espuma a toda la bicicleta desde la parte delantera y desde arriba hacia abajo, para que no chorree sobre las partes que ya hayas limpiado.
PASO 4 – CUBIERTAS Y TRANSMISIÓN
Con el cepillo firme y agua templada, aplica directamente detergente al cepillo y frota las cubiertas. Quita la suciedad que haya en la rodadura, en las paredes laterales y en la llanta. Inspecciona la cubierta para ver si hay daños como cortes, tacos rasgados o pinchos clavados. Si ves que la espuma hace burbujas, es posible que tengas un pinchazo «lento» que de lo contrario no habrías podido descubrir. Sigue con la transmisión y con el casete. Quita la hierba, los palitos o cualquier otra suciedad que haya entre los piñones o en las poleas, y luego cepilla con el cepillo firme y con detergente. Consejo: No utilices desengrasante para este paso. Si el casete tiene una capa de grasa demasiado gruesa que no se va con el jabón, significa que no cuidas bien la transmisión, y la única forma en que aconsejamos que utilices el desengrasante es que desmontes el casete de la carcasa del buje para evitar posibles daños.
PASO 5 – ENJUAGUE E INSPECCIÓN
Enjuaga la bicicleta con la manguera o con el cepillo suave desde arriba hacia abajo; inspecciona la bicicleta para ver si hay algún daño en el cuadro, los componentes y las ruedas. Gira los pedales al mismo tiempo para que el agua pase libremente por los eslabones de la cadena. Si dejas la cadena holgada, podrás limpiar con más profundidad.
Si la bicicleta estaba muy sucia, es posible que necesites repetir todo el proceso anterior hasta que quede perfectamente limpia. Si la bicicleta estaba extremadamente sucia, desmonta las ruedas. Presta especial atención a las poleas del cambio y al plato, ya que pueden tener suciedad y restos comprimidos. Esto es especialmente importante porque la cadena de transmisión genera más fricción y más desgaste cuando está sucia, y también es más probable que produzca una avería mecánica. Comprueba que limpias a fondo los sellos de la suspensión, ya que cualquier resto de arenilla que quede puede causar grandes daños. Si has quitado las ruedas, vuelve a montarlas.
Enjuaga a fondo la bicicleta para que que no queden restos de jabón u otros productos que pudieran llegar a causar problemas. Este proceso de enjuagar la bicicleta es mejor hacerlo sin agua a presión, ya que podrías quitar grasa de los cojinetes, la dirección, los pivotes, la caja de pedalier, los bujes y las poleas del cambio. Una manguera con presión normal o un cubo de agua limpia con un cepillo suave son la mejor manera de tratar la bicicleta.
Baja la bici del caballete. Ponla a secar al sol o en un lugar seco y templado para que se escurra el agua que haya podido quedar en la bici y se seque. También puedes utilizar un paño sin pelusas o una toalla de papel para quitar el exceso de agua. Si tienes a mano una manguera con aire comprimido, te puede venir muy bien. Saca la libreta, inspecciona los cepillos y el cubo para verificar que están limpios, y anota cualquier cosa que puedas necesitar para la próxima vez.
Desmonta las ruedas y vuelve a poner la bici en el caballete. Pule el cuadro con un producto que contenga silicona y un paño de microfibra si tienes previsto montar por terreno húmedo o embarrado, ya que así resultará mucho más difícil que se pegue el barro y gane peso la bicicleta. Si no lo tienes claro, o si vas a montar en un entorno con mucho polvo, evita pulir la bicicleta, ya que solo conseguirás atraer el polvo. Aplica siempre el producto a un paño que no deje pelusa y frota el cuadro, no lo pulverices directamente ya que podrías salpicar los discos del freno y contaminar las zapatas. Haz un ciclo de compresión y liberación en los amortiguadores delanteros y trasero para eliminar la suciedad que haya quedado en las partes selladas. Limpia las barras descendentes y lubrícalas con un lubricante especial para suspensiones o con una pizca de aceite para horquillas.
Una vez que esté seca la bicicleta, es esencial lubricar la cadena, con cuidado de quitar cualquier exceso de lubricante que quede. Recubre las superficies de los rodamientos con repelente al agua para que no se queden gotitas de agua en las partes selladas. Lo ideal sería colgar la bici de la rueda delantera con un gancho de manera que las maniquetas de freno queden por encima de las pinzas del freno, para que el aceite lubricante de la horquilla se asiente en los sellos de espuma y así queden directamente lubricados y preparados para funcionar con suavidad. Así también se elimina el agua que haya podido quedar en los cables o en cualquier cavidad del cuadro.
Texto: Yanick Gyger & Nick Craig
Fotos: Jochen Haar